Deberes
Debimos enamorarnos cuando
aún teníamos oportunidad, cuando lo que compartíamos era un silencio delgado y
quebrantable.
Debimos
enamorarnos cuando aún nos dolía la vida, cuando nuestras pieles no
transpiraban besos y nuestros ojos se decían cosas indescifrables.
Debimos
enamorarnos entonces porque todo sería inocencia, como un íntimo secreto entre
los dos.
Debimos
enamorarnos mientras pudimos, sin prejuicios, sin expectativas y por lo tanto
sin decepciones.
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